sábado, 21 de marzo de 2009

Actitudes Acerca de los Testimonios. Por Elena G. de White

UNA DECLARACIÓN TEMPRANA

Vi el estado de algunos que se adherían a la verdad presente pero que no hacían caso de las visiones ­la forma que el Señor había escogido para enseñar, en algunos casos, a los que erraban en la verdad bíblica. Vi que los que atacaban las visiones no atacaban al gusano ­al débil instrumento- mediante el cual hablaba Dios­ sino al Espíritu Santo. Vi que era una cosa pequeña hablar contra el instrumento, pero que era peligroso menospreciar las palabras de Dios. Vi que si ellos estaban en error y Dios quería mostrarles sus errores por medio de visiones, y ellos desdeñaban las enseñanzas de Dios por medio de visiones, quedarían abandonados para que siguieran sus propios caminos y corrieran en la senda del error y pensaran que estaban en lo correcto hasta que se dieran cuenta demasiado tarde. Entonces, en el tiempo de angustia, los oí clamar a Dios en agonía: "¿Por qué no nos mostraste nuestro error para que pudiéramos haber hecho lo correcto y hubiéramos estado listos para este tiempo?" Entonces un ángel los señaló y dijo: "Mi Padre enseñó, pero no quisisteis ser enseñados. Habló mediante visiones, pero desdeñasteis su voz y él os abandonó a vuestros propios caminos para que estuvierais satisfechos con vuestras propias obras" (Volante, To Those Who Are Receiving the Seal of the Living God, [A los que están recibiendo el sello del Dios vivo], folleto del 31 de enero de 1849).

INSTRUCCION SEGURA PARA LOS DIAS FINALES

Una riqueza de influencia moral nos ha sido presentada en el último medio siglo. Mediante su Espíritu Santo, la voz de Dios nos ha venido continuamente en forma de amonestación e instrucción, para confirmar la fe de los creyentes en el espíritu de profecía. El mensaje ha venido repetidas veces: Escribe las cosas que te he dado para confirmar la fe de mi pueblo en la posición que ha tomado. El tiempo y las pruebas no han anulado la instrucción dada, sino que han establecido la verdad del testimonio dado mediante los años de sufrimiento y abnegación. La instrucción que fue dada en los primeros días del mensaje ha de ser retenida como instrucción segura de seguir en estos días finales. Los que son indiferentes a esta luz e instrucción no deben esperar escapar a las trampas que, según se nos ha dicho claramente, harán que los que rechacen la luz tropiecen, y caigan, y sean entrampados, y retenidos allí. Si estudiamos cuidadosamente el segundo capítulo de Hebreos, aprenderemos cuán importante es que retengamos firmemente cada principio de la verdad que ha sido dada (The Review and Herald, 18 de julio de 1907).

SE ENUMERAN ACTITUDES VARIABLES

Pronto se hará todo esfuerzo posible para desestimar y pervertir la verdad de los testimonios del Espíritu de Dios. Debemos estar siempre atentos a los claros y directos mensajes, que desde 1846, han estado viniendo al pueblo de Dios.

Habrá quienes una vez estuvieron unidos con nosotros en la fe, que buscarán nuevas y extrañas doctrinas, algo extraordinario y sensacional que presentar a la gente. Introducirán todos los sofismos imaginables y los presentarán como provenientes de la Sra. de White para que engañen a las almas...

Los que han tratado como una cosa común la luz que el Señor ha dado, no será beneficiados con la instrucción presentada.

Habrá quienes interpreten mal los mensajes que Dios ha dado, de acuerdo con su ceguera espiritual.

Algunos dejarán su fe y negarán la verdad de los mensajes, mostrándolos como falsedades.

Algunos los exhibirán para ridiculizarlos, trabajando contra la luz que Dios ha estado dando durante años, y algunos débiles en la fe serán así descarriados.

Pero otros serán grandemente ayudados por los mensajes. Aunque no les sean dirigidos personalmente, serán corregidos y eludirán los males especificados... El Espíritu del Señor estará en la instrucción y se eliminarán las dudas que existen en muchas mentes. Los testimonios mismos serán la clave que explicará los mensajes dados, que reprochan el mal, a fin de saber lo que deben hacer para ser salvos... Amanecerá luz sobre el entendimiento y el Espíritu hará impresión sobre las mentes, a medida que la verdad bíblica sea clara y sencillamente presentada en los mensajes que desde 1846 Dios ha estado enviando a su pueblo. Estos mensajes han de recibirse en los corazones y se efectuarán transformaciones (Carta 73, 1903).

LOS PELIGROS DE CRITICAR LOS MENSAJES INSPIRADOS

Algunos juzgan las Escrituras declarando que este pasaje o aquél no es inspirado porque no les impresiona favorablemente. No pueden hacerlo concordar con sus ideas de filosofía y ciencia, "falsamente llamada ciencia" (1 Tim. 6: 20). Otros, por diferentes razones, ponen en duda porciones de la Palabra de Dios. Así muchos caminan ciegamente donde el enemigo prepara el camino. Ahora bien, no es de la incumbencia de ningún hombre pronunciar sentencia sobre las Escrituras, juzgar o condenar ninguna porción de la Palabra de Dios. Cuando alguien se atreva a hacer esto, Satanás le hará respirar una atmósfera que empequeñecerá el crecimiento espiritual. Cuando un hombre se siente tan sabio como para criticar la Palabra de Dios, su sabiduría es considerada por Dios como necedad. Cuando sepa más, sentirá que tiene todo por aprender. Y su primera lección será la de llegar a ser dócil. "Aprended de mí ­dice el gran Maestro­ , que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas" (Mat. 11: 29).

Los que os habéis estado educando a vosotros mismos dentro de un espíritu de crítica y acusación, recordad que estáis imitando el ejemplo de Satanás. Cuando os conviene, tratáis los testimonios como si creyerais en ellos, citando de ellos para robustecer alguna declaración que queréis que prevalezca. Pero, ¿qué sucede cuando la luz es dada para corregir vuestros errores? ¿Aceptáis entonces la luz? Cuando los testimonios hablan en contra de vuestras ideas, los tratáis muy livianamente.

No conviene que nadie deje caer una palabra de duda aquí y allí, que obre como veneno en otras mentes, sacudiendo su confianza en los mensajes que Dios ha dado, que han ayudado a colocar el fundamento de esta obra, y la han acompañado hasta hoy para reprochar, amonestar, corregir y animar. A todos los que se han interpuesto en el camino de los testimonios, diré: Dios ha dado un mensaje a su pueblo, y su voz será oída ya sea que la oigáis o la omitáis. Vuestra oposición no me ha dañado a mí, pero debéis dar cuenta al Dios del cielo que ha enviado esas amonestaciones e instrucciones para mantener a su pueblo en el camino recto. Tendréis que responder ante él por vuestra ceguera, por ser una piedra de tropiezo en el camino de los pecadores.

"¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido" (Isa. 8: 20). Aun la obra del Espíritu Santo sobre el corazón ha de ser probada por la Palabra de Dios. El Espíritu que inspiró las Escrituras siempre conduce a las Escrituras (General Conference Daily Bulletin [Boletín diario de la Asociación General], 13 de abril de 1891).

MENSAJES INSPIRADOS ERRÓNEAMENTE APLICADOS

Un hombre, de nombre B, vino desde Míchigan con un mensaje especial para la Hna. White. Dijo que la Hna. White había sido designada por Dios para ocupar el puesto que ocupó Moisés, y que él, B, había de ocupar el puesto de Josué. Así había de impulsarse la obra. La obra de la Hna. White había de unirse con la de él y habíamos de proclamar la verdad con poder.

Como muchos otros lo han hecho, ese hombre se tomó la libertad de mezclar mucho de las Escrituras con su mensaje, citando pasajes que aplicaba a los adventistas. Durante mi relación con la obra, han surgido muchos hombres tales. Han elegido y arreglado textos que podían aplicar al pueblo de Dios. El Sr. B leyó con voz alta y vigorosa los pasajes que había elegido, declarando que nos eran aplicables como pueblo. Dijo que yo debía ver que él estaba en lo correcto, pues ¿no era acaso la Biblia lo que él leía?

"Sí ­ le dije­ , Ud. ha elegido y reunido esos pasajes, pero como muchos que han surgido como Ud., está torciendo las Escrituras, interpretándolas para que signifiquen así y así, cuando sé que no se aplican como Ud. las aplicó.

"Ud., o cualquier otra persona engañada, podría acomodar y tener acomodados ciertos pasajes de gran fuerza y aplicarlos a sus propias ideas. Cualquiera puede interpretar mal y aplicar mal la Palabra de Dios, amenazando a personas y cosas, y luego tomar la posición de que los que rehusan recibir su mensaje, han rechazado el mensaje de Dios y han decidido su destino para siempre". . .

Por las varias cartas que me han llegado, veo que cuando hombres como B, pretendiendo ser enviados por Dios, van a aquellos de nuestros hermanos que están más o menos aislados de los nuestros, esas almas están listas para aferrarse a cualquier cosa que dé a entender que es de origen celestial. Me llegan cartas que se me suplica que conteste. Sé que muchos hombres toman los testimonios que el Señor ha dado y los aplican como suponen que debieran ser aplicados, extrayendo una cláusula aquí y otra allí, sacándola de su contexto adecuado y aplicándola de acuerdo con sus ideas. Así quedan perplejas las pobres almas, cuando podrían leer a fin de que en todo lo que ha sido dado pudieran ver la verdadera aplicación y no se confundieran. Mucho que se da a entender como un mensaje de la Hna. White, tiene el propósito de representar mal a la Hna. White, haciendo que testifique a favor de cosas que no están de acuerdo con su mente o juicio. Esto hace que su obra sea muy penosa. Los informes vuelan de uno a otro acerca de lo que la Hna. White ha dicho. Cada vez que se repite el informe, se agranda. Si la Hna. White tiene algo que decir, dígalo ella. No se pide a nadie que sea portavoz de la Hna. White. . . Por favor, dejad que la Hna. White dé su propio mensaje. Vendrá mejor de ella que de alguien que informe de su parte (Manuscrito 21, 1901).

PONIENDO EN DUDA LOS TESTIMONIOS

Extracto de un sermón presentado en el Congreso de la Asociación General 1883. Aprecio en "Notebook Leaflets, The Church" ( Hojas suelats de cuaderno de apuntes: La Iglesia) N' 6

Cuando encontréis a hombres que ponen en duda los testimonios, que les encuentran faltas, y tratan de apartar a la gente de su influencia, estad seguros de que Dios no está trabajando mediante ellos. Es otro espíritu. La duda e incredulidad son fomentadas por los que no caminan rectamente. Están penosamente conscientes de que su vida no soportará la prueba del Espíritu de Dios, ya sea hablando mediante su Palabra, o mediante los testimonios de su Espíritu que los llevarían a su Palabra. En vez de comenzar con su propio corazón y ponerse en armonía con los puros principios del Evangelio, encuentran faltas y condenan precisamente los medios que Dios ha elegido para preparar a un pueblo que esté en pie en el día del Señor.

Si viene algún escéptico que no está dispuesto a encuadrar su vida por las normas de la Biblia, y que trata de ganar el favor de todos, cuán pronto hace salir a los que no están en armonía con la obra de Dios. Los que están convertidos y arraigados en la verdad no encontrarán nada atrayente ni provechoso en la influencia o enseñanza del tal. Pero los que tienen un carácter defectuoso, cuyas manos no son puras, cuyos corazones no son santos, cuyos hábitos de vida son laxos, que son ásperos en su hogar o indignos de confianza en sus manejos, todos éstos, ciertamente, disfrutarán de las nuevas opiniones presentadas. Si así lo desean, todos pueden ver la verdadera medida del hombre, la naturaleza de su enseñanza en el carácter de sus seguidores.

Los que tienen más que decir contra los testimonios son generalmente los que no los han leído, así como los que se jactan de su incredulidad en la Biblia son aquellos que tienen poco conocimiento de sus enseñanzas. Saben que ella los condena, y el rechazarla les da un sentimiento de seguridad en su proceder pecaminoso.

El poder fascinante del error

En el error y en la incredulidad hay algo que aturde y fascina a la mente. Poner en duda, dudar y abrigar la incredulidad, a fin de excusarnos por habernos apartado del sendero recto, es mucho más fácil que purificar el alma creyendo en la verdad y obedeciéndola. Pero cuando las mejores influencias crean en alguien el deseo de volver, el tal se encuentra entrampado en una red de Satanás, como una mosca en una telaraña, de tal modo que le parece una tarea sin esperanza y rara vez se libera a sí mismo de la trampa que le armó el astuto enemigo.

Una vez que los hombres han admitido la duda y la incredulidad en los testimonios del Espíritu de Dios, están decididamente tentados a aferrarse a las opiniones que han sostenido delante de otros. Sus teorías y opiniones se fijan como una sombría nube sobre la mente, repeliendo así todo rayo de evidencia en favor de la verdad. Las dudas acariciadas por la ignorancia, el orgullo o el amor a las prácticas pecaminosas, remachan sobre el alma grillos que rara vez se quebrantan. Cristo, y sólo él, puede dar el poder necesario para quebrantarlos.

Los testimonios del Espíritu de Dios son dados para dirigir a los hombres a su Palabra, que ha sido descuidada. Ahora bien, si sus mensajes no son atendidos, el Espíritu Santo queda excluido del alma. ¿Qué otros medios tiene Dios en reserva para enseñar a los que yerran y mostrarles su verdadera condición?

Las iglesias que han fomentado influencias que disminuyen la fe en los testimonios, son débiles y vacilantes. Algunos ministros trabajan para atraer a la gente hacia ellos. Cuando se hace un esfuerzo para corregir cualquier error en esos ministros, se mantienen en su independencia y dicen: "Mi iglesia acepta mis labores".

Jesús dijo: "Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas". Hay muchos hoy día que siguen una conducta similar. En los testimonios se especifican precisamente los pecados de los cuales ellos son culpables. Por lo tanto, no tienen deseo de leerlos. Hay quienes desde su juventud han recibido amonestaciones y reproches por medio de los testimonios, ¿pero han caminado en la luz y se han reformado? De ninguna manera. Todavía acarician los mismos pecados; tienen los mismos defectos de carácter. Esos males dañan la obra de Dios y dejan su impresión sobre las iglesias. No se efectúa la obra que el Señor haría para poner a las iglesias en orden, porque los miembros individualmente­ y especialmente los dirigentes de la grey­ no se dejan corregir.

Más de uno profesa aceptar los testimonios, al paso que ellos no tienen influencia en su vida ni en su carácter. Sus faltas se hacen más fuertes por la indulgencia hasta que, habiendo sido reprochado con frecuencia y no habiendo obedecido al reproche, pierde el poder del dominio propio y se endurece en su conducta de errores. Si está fatigado, si la debilidad se posesiona de él, no tiene poder moral para levantarse por encima de las debilidades de carácter que no venció. Estas se convierten en sus puntos más fuertes y es abatido por ellas. Póngaselo entonces a prueba y pregúntesele: " ¿No le reprochó Dios, hace años, esta fase de su carácter mediante los testimonios?" Contestará: "Sí, recibí un testimonio escrito que decía que estaba equivocado en esas cosas". "¿Por qué, entonces, no corrigió esos hábitos equivocados?" "Pensé que quien me reprochaba debía haber cometido un error. Lo que alcancé a comprender lo acepté; lo que no me convenció, dije que era sólo la opinión de quien daba el mensaje. No acepté el reproche".

En algunos casos, precisamente las faltas de carácter que Dios quería que vieran y corrigieran sus siervos, pero que ellos rehusaban ver, han costado la vida a esos hombres. Podrían haber vivido para ser canales de luz. Dios quería que vivieran y les envió instrucciones justas para que pudieran preservar sus facultades físicas y mentales a fin de hacer un servicio aceptable para él. Si ellos hubieran recibido los consejos de Dios y se hubieran convertido completamente de acuerdo con la voluntad divina, habrían sido obreros capaces para el adelanto de la verdad, hombres eminentes en el afecto y en la confianza de nuestro pueblo, pero duermen en la tumba porque no comprendieron que Dios los conocía mejor de lo que ellos se conocían a sí mismos. Los pensamientos de Dios no eran los pensamientos de ellos, ni los caminos de Dios los caminos de ellos. Esos hombres unilaterales han influido en la obra doquiera hayan trabajado. Se han debilitado grandemente las iglesias donde trabajaron.

Dios reprocha a los hombres porque los ama. Quiere que sean fuertes en la fortaleza divina, que tengan mentes bien equilibradas y caracteres simétricos. Entonces serán ejemplos para el rebaño de Dios, al que conducirán al cielo por precepto y ejemplo. Entonces edificarán un templo santo para Dios (Manuscrito I, 1883).

Escudriñando los testimonios en procura de una excusa

Algunos que no quieren recibir la luz, sino que prefieren ir por caminos de su propia elección, escudriñan los testimonios para encontrar algo que fomente el espíritu de incredulidad y desobediencia. Así se introduce un espíritu de desunión, pues el espíritu que los guía a criticar los testimonios también los inducirá a observar a los hermanos para hallar en ellos algo que condenar (Manuscrito 73, 1908)

El último engaño de Satanás

Satanás está... constantemente haciendo fuerza por introducir lo espurio a fin de apartar de la verdad. Precisamente, el último engaño de Satanás se hará para que no tenga efecto el testimonio del Espíritu de Dios. "Sin profecía el pueblo será disipado" (Prov. 29: 18, versión Valera antigua). Satanás trabajará hábilmente en diferentes formas y mediante diferentes instrumentos para perturbar la confianza del pueblo remanente de Dios en el testimonio verdadero (Carta 12, 1890).

Se encenderá un odio satánico contra los testimonios. La obra de Satanás será perturbar la fe de las iglesias en ellos por esta razón: Satanás no puede disponer de una senda tan clara para introducir sus engaños y atar a las almas con sus errores si se obedecen las amonestaciones y reproches del Espíritu de Dios (Carta 40, 1890).

Fuente: Mensajes selectos, T 1, “Actitudes acerca de los testimonios”, pp. 45-55.
Autor: Autor: Elena G. de White. (1827 -1915) Los adventistas creemos que ejerció el don bíblico de profecía durante más de setenta años de ministerio público.

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