Justo a tiempo para comenzar el semestre, el Colegio Superior de Walla Walla, propiedad de la Iglesia Adventista, se ha unido a un grupo de otras instituciones educacionales adventistas del mundo al pasar a ser Universidad de Walla Walla.
Los miembros de la Junta de Gobierno de la institución, cuyo campus se encuentra en College Place, Estado de Washington, votaron en forma unánime el cambio de nombre en octubre pasado, pero recién a partir del 1 de septiembre pasado se realizó el cambio oficial.
Algunos académicos creen que la adopción de este nombre es vital si la institución espera mantenerse competitiva, de acuerdo con las percepciones respecto de la educación superior por parte de los estudiantes potenciales, sus padres y aun futuros empleados.
Una encuesta realizada en 2005 entre los jóvenes adventistas de todo el país por la Asociación de Colegios Superiores y Universidades Adventistas halló que el 71 por ciento creía que la educación universitaria superaba a la que se obtenía en un colegio superior. Sólo el 24 por ciento de los encuestados creía que ambos tipos de instituciones ofrecen programas de igual calidad.
Vinita Sauder, vicerrectora de promoción y matriculación de la Southern Adventist University en Collegedale, Tennessee, dice que esta investigación motivó la decisión de muchos colegios superiores de convertirse en universidades.
Pero como los sistemas de clasificación utilizados en los Estados Unidos ya clasifican a muchas instituciones adventistas (incluyendo a Walla Walla) como universidades, otros consideraban que el cambio de nombre no era necesario.
"Se cambian algunos letreros y los papeles de oficina", dice Eric Anderson, presidente de la Southwestern Adventist University en Keene Texas, al explicar su "incomodidad básica" con esta práctica. Si la institución no tiene ofertas variadas de posgrado, Anderson dice que la palabra "universidad" puede "confundir" a los eventuales estudiantes.
Southwestern, que pasó de "colegio superior" a "universidad" en 1996, ofrece dos programas de posgrado en educación y administración de negocios.
"Creo que somos realistas si decimos que nuestro propósito primordial todavía es brindar una sólida educación de grado", dice Anderson.
Lo que le preocupa a Anderson es que las instituciones adventistas, en su afán por contar con más programas de posgrado, puedan economizar los recursos y la atención del personal docente que cree que merecen los estudiantes de colegios pequeños orientados a la educación de grado.
"Un nombre no influye en las impresiones acerca de una institución", dice Rosa Jimenez, vicerrectora interina de desarrollo de Walla Walla, aunque, dice ella, no deja de lado a los nuevos estudiantes. En su lugar, "el adoptar el nombre de universidad abrirá a Walla Walla a un segmento de estudiantes que perciben que la educación universitaria es más prestigiosa, lo que también puede atraer a sus futuros empleadores".
Los alumnos internacionales entran especialmente en esta categoría, dice Garland Dulan, director de educación de la Iglesia Adventista mundial. Muchos gobiernos de otros países, dice, no reconocen los títulos obtenidos en colegios superiores.
Aunque sea aceptado, dice Dulan, un título de colegio superior aún conlleva la connotación de "escuela secundaria". Eso explica por qué el Colegio de Avondale, una institución adventista de Coorabong, Nueva Gales del Sur, Australia, recibe un buen número de solicitudes para estudiar la escuela secundaria, dice.
Jiménez dice que el Colegio Adventista de Hong Kong, que forma parte del programa de afiliaciones de Walla Walla desde 2001, los instó a convertirse en universidad, ya que los estudiantes afirmaban que eso les garantizaría mayor respeto a sus títulos.
Pero no todas las instituciones adventistas quisieron convertirse en universidades. No fue hasta 2005 que el Pacific Union College, de Angwin, California, analizó la posibilidad de convertirse en universidad. "Como Walla Walla estaba pensando en cambiarse el nombre, y La Sierra ya era universidad en el su, me preocupaban las implicaciones que tendría esto para nuestro desarrollo, al quedar entre dos universidades", dijo el entonces presidente Richard Osborn.
Sin embargo, la administración académica decidió seguir defendiendo el nicho de la institución, que es la educación de grado, ya que el traspaso a universidad requeriría añadir programas de posgrado y de investigación, que "no queríamos llevar a cabo de manera mediocre".
Anderson, por su parte, no cree que el nombre de una institución sea lo que atrae a los estudiantes. Pero, como señala Jiménez, no sólo los colegios superiores adventistas están adoptando la categoría oficial de "universidad". De los 10 colegios superiores privados del Estado de Washington, sólo uno mantiene ese nombre.
Más allá de las objeciones semánticas, Dulan dice que la tendencia es positive, siempre y cuando los colegios superiores alcancen las expectativas de la designación universitaria, lo que incluye investigaciones originales por parte de los docentes y personal docente que se dedique exclusivamente a la educación de posgrado. Las instituciones, dice, se verán en un atolladero si sólo "se cambian el nombre pero no la orientación".
A pesar de que los programas de posgrado "son pequeños y nuevos" en Walla Walla (en trabajo social, educación y biología), Brown dice que el término "universidad" es lo que mejor define lo que los estudiantes pueden esperar de la institución, algo que bien vale los 150.000 dólares destinados por la institución a financiar el cambio de nombre.
Fuente: Elizabeth Lechleitner en Adventist News Network.
Data: 4 de setiembre de 2007.
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