viernes, 23 de abril de 2010

Cuando los números no acompañan. Por Reinder Bruinsma

Recuerdo como si fuera hoy cuando nuestro pastor le comunicó a nuestra congregación que la feligresía adventista mundial había alcanzado el millón de personas. Esto sucedió hace unos cincuenta años. Había llevado poco más de un siglo alcanzar esa marca. En la actualidad, la feligresía adventista alcanza unos diecisiete millones. De continuar la tendencia actual, dicen los expertos en estadística, en quince años podría haber unos cincuenta millones de adventistas.
En efecto, el adventismo constituye una destacada historia de éxito. Todo el que alguna vez tenía dudas, pero asistió a un Congreso de la Asociación General, se ha convencido para siempre de la vitalidad y vigor de la Iglesia Adventista. Y los que leen regularmente las publicaciones de la denominación, como por ejemplo la Revista Adventista y Adventist World que tienen el hábito de visitar el sitio web de noticias de la Asociación General o que sintonizan Hope Channel, , no pueden sino sentirse impresionados por el crecimiento sin precedentes en muchas regiones del mundo. Las fotografías de bautismos en masa, las estadísticas brillantes y los relatos emocionantes del progreso continuo quedarán grabadas para siempre en nuestra memoria.

Pero esa no es toda la historia. La moneda del progreso adventista tiene dos caras. Permítanme que lo explique.

Por qué somos muy pocos

Crecí en una aldea del noroeste de Holanda. Mi familia era la única adventista en una comunidad de unos mil quinientos habitantes. Asistíamos a una pequeña iglesia en un pueblo cercano. En realidad nuestra congregación tenía menos de veinte miembros. La sociedad de jóvenes estaba formada por mi hermana y yo.

Así comenzó mi vida como miembro de la Iglesia Adventista. En todo el país, había menos de tres mil miembros. Durante los últimos cinco años de mi carrera denominacional fui presidente de la Unión Holandesa, una iglesia con menos de cinco mil miembros en un país de dieciséis millones de habitantes.

En mis contactos internacionales fui tratado por lo general con cortesía, pero de tanto en tanto, algunos de mis colegas presidentes me informaron con delicadeza que en su Unión, había iglesias que tenían tantos miembros como toda mi Unión. Para que tengan una perspectiva completa, debería añadir que la situación holandesa, con su limitado crecimiento, es positiva en comparación con otros lugares. La triste realidad es que algunas regiones de Occidente experimentan un crecimiento nulo o incluso negativo.

Permítanme que los transporte a algunos lugares donde se hace difícil avanzar y los números no son tan buenos. Me remitiré tan solo a tres regiones del mundo que conozco bien gracias a las tareas que cumplí allí en las décadas de 1980 y 1990.

Egipto

Egipto tiene ochenta y un millones de habitantes, lo que convierte al país en uno de los más populosos del continente africano. La feligresía adventista del país supera apenas los ochocientos miembros, en diecinueve iglesias. Este es el resultado de más de un siglo de presencia misionera continua. Con el tiempo, la iglesia ha desarrollado una infraestructura significativa. Es verdad que algunos feligreses han emigrado a lugares donde es más fácil practicar la fe adventista, por lo que hay más adventistas egipcios en el extranjero que en el país, pero en términos cuantitativos, hay muy poco de qué jactarse.

Pakistán

Ahora nos remitimos al Asia. Los colportores visitaron la zona por primera vez en 1901, y un grupo inicial de creyentes adventistas comenzó a reunirse en Karachi alrededor de 1910. Hoy día, el país cuenta con ciento setenta millones de habitantes pero tan solo unos trece mil adventistas. La obra de evangelización se encuentra sumamente restringida y, en la práctica, limitada al dos o tres por ciento de los no musulmanes, que a menudo viven en condiciones de pobreza, en aldeas separadas o en forma de guetos en las afueras de las ciudades. Muchos de ellos son analfabetos. Aunque la iglesia administra una institución médica muy respetada en Karachi, y una institución educativa de importancia cerca de Lahore, en el centro del país, el crecimiento es lento, aunque no tan lento como en otras uniones de los países desarrollados de Europa.

Grecia

Mi tercer ejemplo es Grecia. El cristianismo tiene una extensa y colorida historia en el país, pero ha quedado restringido casi exclusivamente en la tradición ortodoxa, que no es conocida por su flexibilidad y tolerancia. Aquí también, los orígenes del adventismo se remontan a los primeros años del último siglo. Después de más de un siglo de trabajo duro, la Misión Griega se halla tan ansiosa como siempre (y acaso más que nunca) de llegar a los once millones de habitantes del país, pero las cifras son exiguas. Las estadísticas indican que en 1975 había doscientos sesenta adventistas en Grecia. Según las últimas cifras disponibles, la feligresía llega hoy a quinientos un miembros. Este incremento, sin embargo, se debe mayormente a la inmigración, en especial de Rumania, y no a la conversión de griegos nativos.

¿Qué significa ser adventista donde los feligreses son pocos?

De ninguna manera quiero que piensen que ser adventista es más fácil cuando se vive en un lugar donde hay muchos adventistas. Pero por cierto, es muy ventajoso pertenecer a una iglesia conocida y respetada, disfrutar los beneficios de la infraestructura eclesiástica y recibir las bendiciones de toda clase de encuentros, seminarios y actividades varias.

¿Qué significa ser adventista en lugares donde somos muy pocos? ¿Qué siente el individuo? ¿Qué significa esto para los líderes de esa unidad administrativa tan pequeña y a menudo en dificultades? Yo sé lo que es crecer como adventista en un ambiente hostil (o al menos indiferente) a mis creencias. Sé también por experiencia lo que es ser líder de una pequeña comunidad de fe que experimenta un crecimiento escaso y difícilmente tiene voz en la sociedad donde le toca desempeñarse.

He viajado bastante y he estado en estrecho contacto con creyentes de muchos países, y creo que puedo imaginar (al menos hasta cierto punto) qué gran desafío ha de ser vivir como adventista en El Cairo, como parte de una minúscula denominación cristiana que es despreciada por la mayoría de los musulmanes y a menudo detestada por los líderes de la iglesia cristiana con mayor presencia en el país. Creo que puedo imaginar lo que debe ser hacerse adventista en las afueras de Karachi, y tener que luchar para dar de comer a mi familia debido a lo difícil que resulta conseguir un empleo que no me obligue a trabajar en sábado, y puedo imaginar en cierto sentido lo que tiene que sentir un miembro adventista en Grecia cuando ve que la mayoría de los esfuerzos misioneros no producen resultados visibles.

¿Qué hacer cuando los números no acompañan?

Permítanme compartir algunas convicciones que pueden brindar orientación y estimular la reflexión.

1. No siempre está mal ser pocos. Hace poco me encontré con un destacado feligrés de una de las islas más pequeñas del Caribe, donde alrededor del cincuenta por ciento de la población es adventista. No me habló de una situación de vitalidad, de esa que deja tras sí una clase de impacto que nos llena de sano orgullo. Para muchos, el adventismo es algo cultural; es parte de una tradición familiar. Esto me hizo reflexionar que ser adventista en soledad requiere una elección constante y deliberada; exige determinación y dedicación. Por ello, los que están más aislados deberían sentir consuelo y fortaleza al pensar que ser parte de un pequeño remanente es una noción muy bíblica. Jesús mismo nos recordó que los números no lo son todo (Mat. 18:20), y que a él le interesa más la espiritualidad y la calidad de los creyentes.

2. Es una gran bendición saber que uno es parte de algo mayor. Si hay algo que los líderes de la iglesia tienen que fomentar en todos los niveles, es la conciencia de que pertenecemos a la familia de Dios, que no conoce fronteras geográficas, nacionales, culturales o lingüísticas. Deberíamos hacer más para garantizar que publicaciones tales como Adventist World lleguen a la audiencia para la cual fueron concebidas, de manera de unir a este movimiento mundial. El número creciente de ofertas adventistas inspiradoras y didácticas por Internet tiene que llegar a los que viven aislados. Asimismo, las visitas de los líderes y especialistas, que pueden instruir e inspirar, fortalecerán aún más los lazos mentales y espirituales con la comunidad adventista mundial. Las bendiciones que resultan de saber que uno es parte de algo más grande y exitoso brindan un ánimo que bien vale la pena el esfuerzo y los gastos que la iglesia le dedique.

3. Una de las grandes características de la Iglesia Adventista es su solidaridad internacional. Aunque en ocasiones esta solidaridad sufre tensiones, los adventistas nos ocupados del prójimo. Damos grandes cantidades de dinero para las misiones, apoyamos proyectos en todas partes del mundo, y participamos de incontables viajes misioneros. La iglesia mundial destina cantidades muy sustanciales de dinero para el trabajo en lugares donde los resultados se demoran en llegar. Afortunadamente, la misión adventista no está motivada tan solo por los números y el costo-beneficio. Parte del mayor aporte financiero de la Asociación General (en términos per capita) va dirigido a las Divisiones más pequeñas, donde los números no acompañan y los resultados inmediatos son modestos.

4. Además de una solidaridad continua, también tiene que existir una actitud carente de prejuicios y que incluya un profundo deseo de entender. Pocas cosas me irritaron y frustraron más durante mis años como presidente de una pequeña Unión, que las sugerencias sutiles y no tan sutiles de que la misión en mi país tendría más éxito si copiáramos los métodos que habían dado resultado en partes del mundo que habían experimentado un marcado crecimiento. Las circunstancias difieren grandemente de país a país y de cultura a cultura. Las situaciones difíciles requieren pensamientos creativos y experimentación cuidadosa pero valiente que esté basada en los valores de las Escrituras. Nuestros creyentes y líderes que testifican y trabajan bajo las circunstancias más apremiantes tienen que sentir que se les permite ser creativos e innovadores.

5. Finalmente, asegurémonos de ser una comunidad mundial de oración. ¿Qué puede otra persona más a alguien que vive en un lugar aislado que el saber que alguien ora por él? Cuando oramos y trabajamos, dejamos el futuro y la tasa de crecimiento en las manos poderosas de Dios. Porque no es la iglesia de usted o mi iglesia: es la iglesia de Dios. Me gusta mucho lo que expresa Elena White cuando nos recuerda que veamos el cuadro completo: «Aunque gran parte de los frutos de su labor no se note en esta vida, los obreros de Dios tienen su segura promesa del éxito final».*



Fuente: Adventist World / Abril 2010
Autor: Reinder Bruinsma, nacido en Holanda, antes de jubilarse ha servido en distintas responsabilidades a lo largo de su larga carrera en la iglesia. Cuando era presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Holanda escribió la Lección o Guía de Estudio de la Biblia para la Escuela Sabática, "Caminar la Vida Cristiana". También autor de casi veinte libros, algunos de los cuales han sido traducido a varios idiomas.
Referencia: * Elena White, Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 310.

+ Leer más...

viernes, 9 de abril de 2010

Ultimo llamado al Pueblo de Dios. Por Robert H. Pierson

"Esta va a ser la última vez que en mi actual función estaré ante los líderes de mi iglesia, vuestra iglesia, nuestra iglesia, y tengo algunas palabras que dejarles. He tomado mis pensamientos del anciano Ralph Neall y de su esposa, donde ellos describen cómo una secta evoluciona en una iglesia. Ellos dicen que una secta a menudo comienza a través de un líder carismático con un tremendo poder de conducción y compromiso, y que surge como una protesta contra la mundanalidad y el formalismo en una iglesia. Generalmente es abrazada por los pobres. Los ricos perderían mucho uniéndose a ella, ya que es impopular, despreciada, y perseguida por la sociedad en general. Ella posee creencias bien definidas y firmemente sostenidas por sus celosos miembros.

Cada miembro toma su propia decisión para unirse a ella y sabe lo que ella cree. Hay poca organización o propiedad, y hay pocos edificios. El grupo posee normas estrictas y controles de comportamiento. Los predicadores, a menudo sin educación, surgen por una compulsión interna. Existe poca preocupación con las relaciones públicas.

Y así surge la segunda generación. Con el crecimiento viene la necesidad de organización y de construir edificios. Como resultado de la diligencia y de la frugalidad, los miembros se vuelven prósperos. A medida que la prosperidad aumenta, comienza a disminuir la persecución. Los hijos que nacen en el movimiento no necesitan tomar decisiones personales para adherirse a ella. Ellos no necesitan necesariamente saber lo que creen. No necesitan establecer sus propias posiciones. Estas ya han sido establecidas para ellos. Los predicadores surgen más por selección y por aprendizaje de los obreros más antiguos, que por una compulsión interna directa.

En la tercera generación, se desarrolla la organización y son establecidas las instituciones. Se ve la necesidad de escuelas para mantener la fe de los padres. Son establecidos los colegios o universidades. Los miembros tienen que ser exhortados para que vivan de acuerdo con las normas, mientras que al mismo tiempo las normas de la membrecía son rebajadas. El grupo se vuelve descuidado a respecto de desfraternizar a los miembros no practicantes. El celo misionero se enfría. Hay más preocupación con respecto a las relaciones públicas. Los líderes estudian métodos para propagar su fe, empleando algunas veces recompensas extrínsecas como motivación para que sus miembros ejecuten su servicio. Los jóvenes cuestionan por qué son tan diferentes de los demás, y comienzan los casamientos con personas de otra fe.

En la cuarta generación hay mucho más maquinaria; aumenta el número de administradores mientras que el número de obreros en el campo disminuye proporcionalmente. Se efectúan grandes concilios de iglesia para definir doctrinas. Son establecidas más escuelas, universidades, y seminarios. Estos van al mundo para buscar su acreditación y tienden a volverse secularizados. Se reexaminan las posiciones y se modernizan los métodos. Se le da atención a la cultura contemporánea, con un interés en las artes: música, arquitectura, literatura. El movimiento trata de volverse “relevante” para con la sociedad contemporánea envolviéndose en causas populares. Los servicios se vuelven formales. El grupo goza de completa aceptación por parte del mundo. ¡La secta se ha convertido en una iglesia!

Hermanos y hermanas, ¡esto jamás debiera acontecerle a la Iglesia Adventista del Séptimo Día! Esta no es una iglesia más — ¡es la iglesia de Dios! Pero ustedes son los hombres y mujeres que están sentados en este santuario esta mañana, y donde Dios quiere asegurarse que esto no va a suceder.

Ya existen fuerzas sutiles, hermanos y hermanas, que están comenzando a ser agitadas. Desafortunadamente, existen aquellos en la iglesia que menosprecian la inspiración de la Biblia, que desprecian los primeros 11 capítulos del Génesis, que cuestionan la corta cronología de la tierra, del Espíritu de Profecía, y que sutilmente, y a veces no tan sutilmente, atacan el Espíritu de Profecía. Existen algunos que apuntan a los Reformadores y a los teólogos contemporáneos como fuente y norma para las doctrinas Adventistas del Séptimo Día. Existen aquellos que supuestamente están cansados con las repetitivas frases del Adventismo. Existen aquellos que quisieran olvidar las normas de la iglesia que nosotros amamos. Existen aquellos que codician y que cortejan el favor de los evangélicos; aquellos que le quitarían el manto a una determinada persona; y aquellos que caminarían en el mundo secular y material.

Compañeros líderes, amados hermanos y hermanas, ¡no permitan que esto suceda! Les hago un llamado sincero esta mañana, ¡no permitan que esto suceda! Apelo a la Universidad de Andrews, al Seminario, a la Universidad de Loma Linda, ¡no permitan que esto suceda! No somos Anglicanos del Séptimo Día, no somos Luteranos del Séptimo Día, ¡somos Adventistas del Séptimo Día! Esta es la última iglesia de Dios con el último mensaje de Dios.

Ustedes son los hombres y mujeres, los líderes, a quienes Dios esta llamando para mantener la Iglesia Adventista del Séptimo Día como iglesia remanente, ¡la iglesia que Dios ha destinado para triunfar!

La sierva del Señor dice: “Tremendos peligros aguardan a los que tienen responsabilidades en la obra del Señor: peligros que me hacen temblar cuando pienso en ellos” 2MS:451. Y en Eze. 22:30 leemos: “Busqué entre ellos algún hombre que reconstruyera un muro, y se pusiera en la brecha ante mí, a favor de la tierra para que yo no lo destruyera. Y no lo hallé”.

Creo que esta mañana, compañeros líderes, Dios está buscando hombres y mujeres, líderes intrépidos, hombres y mujeres que amen la iglesia de Dios, y la verdad de Dios, más de lo que aman sus vidas, como para ver que ésta iglesia, bajo la guía de Dios, se encamina hacia el reino.

La tarea que está delante de nosotros no va a ser fácil. Si yo entiendo la Biblia y el Espíritu de Profecía correctamente esta mañana, delante de nosotros hay un tiempo de angustia, un tiempo de desafío tal que ni la iglesia ni el mundo han conocido antes.

La sierva del Señor nos dice: “El enemigo de las almas ha procurado introducir la suposición de que había de realizarse una gran reforma entre los adventistas del séptimo día, y que esa reforma consistiría en renunciar a las doctrinas que están en pie como las columnas de nuestra fe y que había de comenzar un proceso de reorganización. Si se efectuara esta reforma, ¿qué resultaría? Los principios de verdad que Dios en su sabiduría ha dado a la iglesia remanente serían descartados. Sería cambiada nuestra religión. Los principios fundamentales que han sostenido la obra durante los últimos cincuenta años serían considerados como error. Se establecería una nueva organización. Se escribirían libros de una nueva orientación. Se introduciría un sistema de filosofía intelectual. Los fundadores de ese sistema irían a las ciudades y harían una obra maravillosa. Por supuesto, se tendría poco en cuenta el sábado y también al Dios que lo creó. No se permitiría que nada se interpusiera en el camino del nuevo movimiento. Los dirigentes enseñarían que la virtud es mejor que el vicio, pero habiendo puesto de lado a Dios, resolverían depender del poder humano, que no tiene valor sin Dios”. 1MS:238-239.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día tuvo su alfa hace algunos años atrás. Ustedes y yo somos los líderes que enfrentaremos la omega que tendrá el mismo origen diabólico y sutil. Su efecto será más devastador que la alfa. Hermanos, les ruego, ¡estudien, conozcan lo que está delante, y entonces con la ayuda de Dios, prepárense y preparen al pueblo para enfrentarla!

“Dios llama hombres que estén preparados para enfrentar emergencias, hombres que en una crisis no se encuentren en el lado errado”. (Review and Herald, 5 de Noviembre de 1903). “Estamos delante del gran conflicto, y este no es tiempo para compromisos. No es tiempo para esconder nuestros colores. Cuando estalle el conflicto, que nadie se vuelva traidor. No es tiempo de deponer ni ocultar nuestras armas, y darle a Satanás la ventaja en la guerra”. (Review and Herald, 6 de Diciembre de 1892).

Y entonces les llamo la atención a una visión que tuvo la sierva del Señor, donde ella vio un barco que iba a chocar contra un témpano. Ella dijo: “Navegaba un barco en medio de una densa neblina. De pronto el vigía exclamó: ‘¡Un témpano a la vista!’ Allí, como una elevada torre por encima del barco, estaba un gigantesco témpano. Una voz autorizada exclamó: ‘¡Hazle frente!’ No hubo un momento de vacilación. Se demandaba acción instantánea. El maquinista dio marcha a todo vapor y el timonel dirigió el barco directamente contra el témpano. Con un crujido golpeó el témpano. Hubo una terrible sacudida, y el témpano se rompió en muchos pedazos que cayeron sobre la cubierta con un estruendo semejante al trueno. Los pasajeros fueron violentamente sacudidos por la fuerza de la colisión, pero no se perdieron vidas. El navío se dañó, pero no sin remedio. Rebotó por el contacto, temblando de proa a popa como una criatura viviente. Entonces siguió adelante en su camino.

Bien sabía yo el significado de esta visión. Había recibido mis órdenes. Había oído las palabras, como una voz de nuestro Capitán: ‘¡Hazle frente!’ Sabía cuál era mi deber y que no había un momento que perder. Había llegado el tiempo de una acción decidida. Sin demora, debía obedecer la orden: ‘¡Hazle frente!’ 1MS:240-241.

Compañeros líderes, puede ser que en el futuro no tan distante tengáis que enfrentarlo. Oro a Dios para que os de gracia, coraje y sabiduría.

Finalmente, “¡Cuán maravilloso es pensar que la gran controversia se aproxima a su fin! Al final de la obra nos encontraremos con peligros que no sabremos cómo superar; pero no olvidemos que los tres grandes poderes del cielo están obrando, que una mano divina está en el timón, y que Dios hará que sus propósitos se cumplan. Reunirá del mundo a un pueblo que le servirá en justicia”. 2MS:450-451

Qué maravillosa seguridad tenemos esta mañana, hermanos y hermanas, que ustedes y yo estemos en la obra de Dios. Esta obra no depende de ningún hombre; depende de nuestra relación con Él. Existe solamente una manera de enfrentar el futuro, y esa es a los pies de la cruz. Una iglesia que tenga sus ojos fijos en el Hombre del Calvario, jamás caerá en apostasía.

Gracias, hermanos y hermanas, por darme el privilegio de serviros durante los últimos 45 años, y que Dios bendiga a cada uno de ustedes".



Nota del Editor: Este mensaje fue presentado el lunes 16 de octubre 1978 por el pastor Robert H. Pierson a los dirigentes, delegados y obreros -de todo el mundo- que asistieron al Concilio Anual de la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día. Frente al riesgo de incurrir en un accidente cerebrovascular, debido a las presiones incesantes de su presidencia, y para sorpresa de todos los asistentes del Concilio Anual, anunció su retiro de la presidencia, a partir del 3 de enero de 1979. Este es su último discurso como presidente y es considerado como el más memorable.


Fuente: "Final Appeal to God's People / Review and Herald, October 26, 1978
Autor: Robert H. Pierson. Se desempeñó como presidente de la Unión de las Indias Occidentales Británicas (1944-1947), presidente de la División de Asia del Sur (1950-1954), presidente de la Conferencia de Tennessee-Kentucky (1954-1957), presidente de la Conferencia de Texas (1957-1958 ), presidente de la División de África del Sur (1958-1962), presidente de la División Trans-África (1962-1966), y en última instancia, como presidente de la Conferencia General (1966-1979). Fue un escritor prolífico. Su biografía "Radiant With Hope" es uno de los 28 libros que escribió, muchos de ellos traducidos a varios idiomas, así como cientos de artículos.
Traducción: Los Tres Ángeles
/ Defendiendo el Adventismo

+ Leer más...

viernes, 2 de abril de 2010

Adventistas y otros representantes religiosos buscan fomentar las relaciones entre grupos religiosos y el gobierno de los Estados Unidos

Un representante de la Iglesia Adventista se unió a otros líderes religiosos de la Casa Blanca esta semana para compartir ideas sobre cooperación interreligiosa con una secretaría gubernamental (President's Advisory Council on Faith-Based and Neighborhood Partnerships)creada el año pasado para que las organizaciones comunitarias (incluyendo a los grupos religiosos) puedan opinar sobre eventuales políticas del sector.

Un año después de la creación de este organismo, Barack Obama, presidente de los Estados Unidos, celebró el "tiempo, talento y sabiduría" que los miembros demostraron en sus recomendaciones, expresó un comunicado de prensa de la Casa Blanca del pasado 10 de marzo, que habló también del "respeto y la civilidad" de los integrantes del grupo al cubrir "algunos de los temas más difíciles que enfrentamos como nación".

Las recomendaciones del grupo cubren tres amplias categorías: la función de la religión en los temas globales, el progreso de la cooperación entre las religiones, la participación de las comunidades musulmanes y la integración y valoración de la diversidad religiosa.

"La intersección de la religión y el gobierno es compleja y está llena de dificultades y riesgos, pero ignorarlas no hace que desaparezcan", dijo James D. Standish, miembro adventista del grupo que también es el representante de la Iglesia Adventista ante las Naciones Unidas.

"Nuestro objetivo es brindar orientación al presidente en relación con los medios que puede emplear para mejorar la relación del gobierno con la fe", dijo Standish, quien escribió la sección de libertad religiosa del informe.

Algunas de las recomendaciones del grupo fueron:

• Asociarse con denominaciones y otras organizaciones para incrementar el respeto por el pluralismo y la libertad religiosa

• Utilizar a las organizaciones religiosas y comunitarias para educar a los profesionales de la educación y de los medios sobre el Islam y las comunidades musulmanas

• Ayudar a desarrollar la cohesión social al apoyar los esfuerzos que garanticen que los estadounidenses tengan oportunidad de entender la sociedad religiosa cada vez más diversa del país.


- Puede acceder al documento original publicado la Presidencia de los Estados Unidos, haciendo clic aquí.



Fuente: ANN / Adventist News Network
Fotografía: Barack Obama, presidente de los Estados Unidos, se reúne con miembros de su Consejo de Asesores sobre Asociaciones Religiosas y Vecinales (President's Advisory Council on Faith-Based and Neighborhood Partnerships), lanzado el último año para elaborar ideas de cómo mejorar la cooperación del gobierno con los grupos religiosos y de trabajo comunitario. (Sojouners)

+ Leer más...